Cena de Maridaje

En una linda experiencia se encontraron los socios para disfrutar de la cena maridaje, realizada el 30 de junio, en El Quincho central. En la ocasión, armonizaron cuatro platos, con sus respectivos vinos. «Lo que buscamos es que los vinos y los platos se completen, y potencien la mezcla de sabores”, expresó el sommelier Alejandro Sciscioli, de la empresa Ramírez Díaz de Espada.

El experto —conjuntamente con el maestro de cocina Freddy Coronel— elaboró el menú de la noche que comenzó, como primera degustación, con un amuse bouche, consistente en un tiradito de salmón, estilo nikkei, con un Casa Petrini Rosé, Argentina.

El plato principal servido fue taquito de surubí con crema de limón y alcaparras, sobre cama de papas españolas y, para resaltar los sabores, un vino Marqués de Casa Concha Chardonnay, Chile.

El principal plato 2 fue centro de vacío braseado sobre crepes de batata y naranja, con un Marqués de Casa Concha Etiqueta Negra, Cabernet Sauvignon, Chile. La maravillosa noche de maridaje se cerró con una panacota de chocolate con crema inglesa de chocolate y la cepa Los Helechos Malbec, Argentina.

El sommelier resaltó que el vino es una bebida muy noble. «En una mesa donde se bebe vino no hay excesos. El vinófilo, el “amante del buen vino”, bebe con moderación, eso es lo lindo y como buenos enamorados del vino son personas generalmente sibaritas, que conocen y tienen una amplia cultura del vino. Además, es una bebida con mucha historia, nos trae muchos y buenos recuerdos... uno siempre tiene un padre, un tío, un abuelo, en mi caso, particularmente, mi padre y dos abuelos amaban mucho el vino y me inculcaron el amor por esta bebida», recuerda.

Según relató, su cepa preferida es una «muy poca glamorosa», como él mismo la califica, Bonarda. «Se cultiva mucho en Argentina, es la segunda variedad más plantada y es de origen francés».

A los que se inician, les recomienda un vino blanco, luego pasar a los rosados, muy elegantes, y al llegar a los tintos inclinarse por un Pinot Noir y después un Malbec e ir subiendo, como una escalera. 

Definitivamente, una noche maravillosa, con exquisitos platos, excelentes vinos, deliciosas combinaciones y donde los asistentes despejaron sus dudas, inquietudes, probaron distintos vinos y, por encima de todo, la pasaron muy bien.

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